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***Los subtitulos que hay bajo mi sonrisa***

...Escribir sienta taaaaan tan bien...

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Oyó la puerta crujir desde la cama, no era la primera vez que sucedía, pero esta vez parecía real, tan real que el corazón se le encogió y paró su respiración con la intención de poder oír unas pisadas sigilosas acercándose hasta la puerta de la habitación.

Nunca cambió la cerradura, no había encontrado un motivo para hacerlo y por ese aun conservaba la estúpida esperanza de que ella volviera.

 

Cada noche cerraba sus ojos y soñaba que ella llegaba con su gabardina roja, empapada por esa peculiar manía de odiar los paraguas y a la gente que los lleva.

 

Hasta el día de su muerte abrió por última vez los ojos buscando ese rojo brillante, apoyado en la cama del hospital, pero no adelantemos cosas, eso fue mucho después de la noche en la que estamos.

 

Ella se marchó un martes, por la tarde, las gotas de lluvia se estrellaban contra el cristal de la ventana del salón, se puso delante de el y con una voz que sonaba muy diferente le dijo:

 

-Voy a salir por esa puerta y no voy a volver, no quiere decir que me vaya sin ti, ven conmigo, sin preguntas por que no tengo respuestas para darte, al menos por ahora, pero necesito que vengas conmigo.

 

El no pronunció ni una palabra y ofendido pensando que era una forma de dejarle miró hacía otro lado, ella estuvo dos minutos parada, mirándole fijamente, después rompió a llorar y se fue.

 

No hizo nada, no lo impidió, esos pensamientos acompañaron sus noches durante mucho tiempo. Hasta esta noche.

 

Al asumir que el sonido de la puerta había sido otra vez producto de su imaginación, se levanto de la cama y fue a buscar un vaso de agua y al pasar por delante de ella que no se dignaba a abrirse, por mucho que lo deseara, las preguntas que habían rondando su cabeza durante casi un año se desvanecieron y perdieron todo el sentido que le había parecido que tenían.

 

No tenía que haberlo impedido, lo único que ella necesitaba era saber que su amor era tan profundo como el que ella demostró cuando el lo necesitaba. Solo tenía que haber cruzado la puerta a su lado.

 

Seis años antes, otro martes cualquiera, el llego a casa con una exaltación inusual, la cogió de las manos y mirándole a los ojos le pidió que se fueran a Buenos Aires, ella se quedó sorprendida y desconcertada, tanto que no consiguió hacerle ninguna pregunta, la única explicación que escuchó fue:

 

-Confía en mi tengo un plan

 

No hizo falta ninguna palabra más, arreglaron los papeles, hicieron las maletas  y en una semana estaban sentados en un avión destino Buenos Aires sin billete de vuelta.

Su plan salió a la perfección, en dos años y medio estaban de nuevo en Madrid, con una nueva vida por delante, recordó el momento en que abrió esa puerta otra vez después de tanto tiempo y en ese momento comprendió que ella no iba a volver nunca, aunque como ya se sabe la esperanza únicamente se pierde cuando respiras por última vez…

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