...No hay mas
Allí estaba, sentada frente a la ventana, con una copa de vino blanco en las manos y viendo caer la nieve fuera.
No pensaba en nada, tampoco quería hacerlo, las voces hacía rato que se habían callado y el silencio inundaba todo el salón.
Cogió un cigarrillo del paquete, no tenía mechero cerca asíque tuvo que encenderlo con una cerilla que tenía a mano junto a las velas.
El humo era espeso, no tanto como en aquella noches con algo de coldplay y un calefactor tratando de caldear un ambiente frío y no solo en cuanto a temperatura se refería.
Querría besarte ahora, eso era lo que rondaba su cabeza, el único pensamiento en forma de aguja clavada en el corazón que se presentaba en esos silencios prolongados en los que se había convertido su vida.
Besarte y que la arrancaras la ropa, sin delicadeza y buenas formas, besarte y besarte cada parte de ese cuerpo blancuzco y escaso de pelo.
Besarte y oír como pides más y más, como le ruegas que nunca paréis de hacer esto, nunca, sea en Londres, Las Vegas o Valladolid.
Que vinieras a buscarla en un descapotable rojo cargado de drogas en el matero, y vivir un viaje increíble y sin sentido, como en una película psicodélica y rara de la que ya habías hecho una buena critica en alguna noche de distancia.
Te lo cuento yo, porque la dejaste sola, porque dejaste que perdiera esa magia y ese brillo que veías y que sabías que venia de dentro de ella. Que la bajaste de la cumbre de tu ranking de lo personal y al bajarla hiciste que perdiese el suyo propio y se quedase sin todo lo que tuvo a su alrededor.
Te lo cuento yo porque ella ya no escribe, porque ella tiro los folios en blanco y el block de hojas amarillas, los bolis de colores y la libreta de “feliz fin del mundo”
Te lo cuento yo porque aunque hablar nunca fue su fuerte, dejo de hacerlo, pensó que no tenía nada tan importante que decir, si no era digno de que tú quisieras escucharlo.
Te lo cuento yo porque quiero que te sientas mal y culpable, sobretodo culpable, suele decirse que nadie tiene la culpa de algo así, que quien lo hace es gente tan deprimida o trastornada que no encuentra motivos para seguir, este no es ese caso, tú la mataste, tú y solo tú tienes la culpa de que ella perdiera esa luz y dejara de guiarla el camino.
Nevaba fuera y los cristales se habían empañado, apago el cigarrillo a la mitad, se incorporo y fue a buscar el arma con el que disparó en la cabeza acto seguido. Se quedo tendida en el suelo, con ese silencio y con esa pena que flotarán en ese salón durante toda la eternidad pase el tiempo que pase.
Que lo sepas, que ya no hay luz, ni palabras, ni nada, que lo que ya no hay es ella, nunca más…
Ni versos,ni noches...